Estimada Presidenta von der Leyen:

Tenemos miedo.

A todos nosotros, jóvenes europeos, científicos, ONG, ciudadanos, nos une un miedo existencial al futuro.

Antes pensábamos que los políticos creerían las predicciones científicas y actuarían en consecuencia, con responsabilidad y valentía, para evitar las desastrosas consecuencias del cambio climático.

Dimos un voto de confianza al Acuerdo de París, pero ahora nos vemos forzados a presenciar, impotentes, el gran fracaso político que está llevando nuestras vidas —y toda la vida en la Tierra— al borde del colapso.

Solo teníamos que escuchar a la ciencia, pero no lo hicimos.
Ahora, todo lo que tenemos que hacer —todo lo que usted tiene que hacer— es abrir los ojos para ver cómo la Tierra entra en la era del apocalipsis. Ya no hace falta escuchar o creer. Solo hace falta decencia, honestidad, moralidad, coraje y corazón.

El 8 de octubre de 2024, algunos de los científicos más eminentes en el ámbito del clima y el medio ambiente, quienes han dado la voz de alarma cientos de veces durante las últimas décadas y emitido varias «advertencias a la humanidad», nos dieron una bofetada de realidad con datos: el mundo, tal como nosotros y nuestros antepasados siempre lo hemos conocido, está desapareciendo.

Los mantos de hielo de Groenlandia y la Antártida y el espesor medio de los glaciares se encuentran en mínimos históricos. El nivel medio del mar a escala planetaria alcanza actualmente su máximo histórico. La acidificación del océano ha alcanzado un umbral crítico: es posible que hayamos cruzado el séptimo de los nueve límites del planeta. El año pasado se registraron temperaturas récord en la superficie del mar, el verano extratropical más cálido en el hemisferio norte en 2 000 años y muchos otros récords climáticos.

Como resultado, cuatro millones de personas y miles de millones de animales han sido aniquilados por los desastres climáticos. Se han perdido el 50 % de los arrecifes de coral del mundo y miles de ballenas han muerto de hambre. Las catástrofes relacionadas con la meteorología se han multiplicado por cinco en los últimos cincuenta años, a razón de una catástrofe al día.

Lo que está en marcha es la destrucción de la biosfera, la ruina del sistema Tierra: un «planetocidio».
Ante unos hechos tan inimaginables, que carecen de todo precedente o parangón, no dedicarse con total y obsesiva determinación a combatir la destrucción de la biosfera es simple y llanamente criminal.

El océano es un aliado esencial y vital para evitar lo peor. No podemos permitirnos perder su capacidad de absorber casi un tercio de nuestras emisiones de CO2, de funcionar como un termostato planetario, de dictar el ciclo hidrológico y la estabilidad de la producción agrícola y la seguridad alimentaria en todo el mundo. Sin embargo, todos los indicadores oceánicos están en rojo. La temperatura del océano se está disparando, por lo que se generan tormentas nunca vistas tanto por su frecuencia como por su fuerza. Su biodiversidad está colapsando por el impacto de la pesca industrial. Sus irreemplazables sumideros de carbono están en peligro. Cada año, las flotas pesqueras industriales remueven los fondos marinos por millones de kilómetros cuadrados y liberan millones de toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera. La Unión Europea participa directamente en esta letal actividad al canalizar millones de subvenciones públicas en exenciones de impuestos a los combustibles, al asignar cuotas a la pesca destructiva y al no impulsar una transición para el abandono de la pesca de arrastre de fondo y otras técnicas de pesca destructivas.

El futuro de la humanidad depende de que los líderes mundiales sean capaces de adoptar medidas «inmediatas, rápidas y a gran escala». Estas son las palabras de los expertos sobre el clima del IPCC.

Afrontemos la verdad: ningún líder ha tenido jamás una responsabilidad semejante. La tarea que tiene por delante carece de precedentes en la historia de la humanidad. Lo que usted haga o deje de hacer en este momento determinará nuestra capacidad de sobrevivir en la Tierra. O no.

Por ello, nos encomendamos a su ética y coraje personal para mostrar el camino al resto del mundo declarando el estado de emergencia climática en Europa y aprobando oficialmente los «Quince puntos por el océano» que nos salvarán de un colapso climático total.

Como destacó el IPCC en su último informe, la protección y restauración de los ecosistemas es la segunda palanca más eficaz para intensificar la acción climática.

Le pedimos que ponga fin a la destrucción del océano, que imponga una transición para el abandono de la pesca industrial y el fin de las subvenciones perjudiciales que favorecen la destrucción del océano, que se asegure de que tengamos zonas marinas verdaderamente protegidas, que impida que las empresas con sede en la UE participen en la expansión de los combustibles fósiles en Europa y en el mundo, que adopte una moratoria sobre la minería en aguas profundas, y que imponga una prohibición de todos los tipos de contaminantes que se sabe que causan estragos en los ecosistemas y penetran en el tejido mismo de la vida.

Según usted misma declaró: «Es hora de forjar una alianza entre el océano y nosotros. Y Europa está dispuesta a tomar la iniciativa». Hoy, decenas de miles de ciudadanos y cientos de organizaciones de la sociedad civil unidos en una Coalición Ciudadana le pedimos que pase de las palabras a una acción política decisiva para proteger la cuna de la vida en nuestro planeta.

Señora von der Leyen, como Presidenta de la Comisión Europea, es usted la mujer más poderosa del mundo. Haga historia. Salve nuestras vidas. Salve el océano.